lunes, 5 de enero de 2015

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Te echo de menos. Tanto que una faceta de mi misma que creía encerrada, renace con el frío de invierno, me cala los huesos y me deja temblando de frío. Sé que estás, no sufras, no te lo echo en cara. Solo que a veces echo tanto de menos las peleas que me he empezado a preguntar si me he vuelto masoquista con el tiempo. Hay que cosas que han perdido su esencia. Tranquila. Solo estoy en modo nostalgia. No es que me vaya a durar. Solo quiero dejarlo escrito, para saber que no estoy loca, y que realmente no estás, y que la palabra ausencia ha empezado a significar mucho más de lo que me gustaría. Y de la misma manera me gustaría que no todas las reuniones tuviesen un porqué, sé que lo premeditado me sienta mucho mejor, y no me deja resaca mental. Y es que cualquier excusa es buena para sacarte a colación y hay días que no lo llevo bien. Mi faceta de superviviente tiene días de baja, y es entonces cuando me doy cuenta de que me haces mucha falta. Solo quiero que sepas, que nunca será demasiado lejos ni demasiado difícil estar a tu lado. Solo sé recargar pilas contigo, porque me haces continuar, y de alguna manera, eres esperanza en medio de nada. En medio de todo. Nunca seré suficiente mayor para no querer agujetas en el estómago de esas que pasan tras media hora de estar contigo. Nunca seré demasiado mayor para ser yo misma, solo soy yo cuando estoy contigo. Y quizás lo he valorado demasiado tarde. Pero eres una panoli y te odio.