martes, 26 de agosto de 2014

Monólogos III.

¿Y esa extraña sensación de querer tener el futuro atado? Queremos planear cada paso, cada año y cada helado que comemos. Son estrategias milimetricamente calculadas llenas de post-its decorativos que hacen apuntes de cada detalle planeado. Pero, amigo, cuando la realidad llama a la puerta, entra sin permiso y observa, mueve cada pos-it y lo cambia de sitio. A veces, con elegancia los tira a la basura con una sonrisa cínica en la cara. Cuando eso ocurre yo procuro tener un ventolín a mano, por lo que pueda pasar. Yo que sé. Soy una persona estudiada la mayor parte del tiempo y me gusta encontrar belleza en mi caos.

No me gusta engañarme, aunque lo hago más de lo permitido. Tampoco podemos ser supervivientes del día a día. Las facturas no se pagan solas. Pero mejor pagarlas escuchando un poco de This is a man's a World con la versión elegida. Y un poco de vino blanco, un Bach, de 3€ que no tiene nada que envidiarle al Chardonnay francés que beben esas estrellas de camas y sueños vacíos, que miran sus recuerdos pasados llenos de nostalgia. Son sueños de pobre. Soy una ilusa cierto? Porque ser feliz, no es mirar las estrellas en buena compañía, ni pasear a la orilla de la playa, ni disfrutar de una buena conversación. Ni llorar, porque tu cuerpo se ha cansado de reir y deja correr la felicidad en lágrimas.

Qué mal suena... que me CONFORMO. Y que a gusto me quedo cada vez que lo digo. Porque sé que mientras me queden risas, una conversación interesante que mantener y un cielo que observar, todo irá bien. Y el día que eso falte, cielo, estaré perdida. La mía no es una conformidad de esas que son un eufemismo de vagancia. Mi conformismo es una mirada al cielo que reza *Let it be* Porque cuando no está en mis manos, cielo, me lanzo al precipio con una confianza ciega. Porque *frase robada* es como el viento, no puedo verlo pero sí sentirlo, y se siente tan bien.

No te engañes, estas reflexiones són fruto de estados de equilibrio mental trnasitorios. No me levanto cada mañana con esta mentalidad. Cuando suena el despertador de hecho protagonizo dramas griegos mientras me despido de mi cama. Y al final del día, gracias a Dios, tengo algo bueno, casi siempre, en lo que pensar. Sí he dicho Dios y lo he juntado con gracias, y lo he dicho en serio.




Mis primeros pinitos.