sábado, 15 de noviembre de 2014

Engañarnos a nosotros mismos, es una manera más de mentir.

Y la honestidad está tan sobrevalorada actualmente, que la creemos ver en la cruda sinceridad estúpida, en un juicio de valor súper adelantado que nos convierte a todos en mediocres licenciados en derecho, jueces de la palabra y abogados de la moral.

Estamos empeñados en crear algo para buscar la aprobación de alguien y somos lo suficientemente cobardes para no preguntarnos a nostros mismos si estamos a gusto con la interpretación de los hechos. Somos pinochos del siglo XXI. Pero yo también eh? No te sientas violento. Hablo por mi en primer lugar cuando te digo que no hay nada de lo que podamos presumir. 

Y apoyar hoy significa comentar. Es todo tan virtual que estamos desvirtualizados, y vamos callando la conciencia mirando videos en youtube con Enya de fondo e imágenes en blanco y negro -que siempre es más vintage- para volver a creer en la humanidad. 

Eso, o eres un cínico de los que niegan la existencia de todo lo bonito, solo para no caer en la cuenta de la pieza rota. Porque eso duele, tanto, que es mejor negar y evadir, que asumir lo que se echa de menos. Publicando: imagen de marco blanco en red social para gritar al mundo lo bonita que es mi vida y la necesidad que tengo de que me sea recordado. Proceso, completado. Mediocridad, procesada. 

Te das cuenta de que las carcajadas virtuales enmascaran nuestra inseguridad, y estar realizado en tu proyecto laboral y personal es la nueva excusa para no preguntar al ser humano del que dices ser amigo mirandole a los ojos, cómo va? Necesitas compartir algo? 

Cuéntame más sobre tu filosofía de vida y sobre lo claro que tienes todos y cada uno de los males de este mundo, y lo buena persona que eres porque le has dado 3€ al indigente que pide en la calle al salir de la oficina. 

Cuéntame más sobre lo humano que eres. Estoy deseando oir como te engañas a tí mismo. Yo no tengo la receta de la vida, pero es que tú falta de sinceridad contigo mismo a veces es escalofriante. Discúlpame, nací así, no puedo evitar analizar todo lo que me rodea. 

Cuando volvamos a hablar sobre lo sinceros y honestos que somos, recuerda que engañarnos a nosotros mismos, negarnos lo evidente, es una forma de mentir también. 


lunes, 3 de noviembre de 2014

Te reto a que pases tiempo contigo mismo.



Dale caña. Pon a funcionar lo que hace de contrapeso en tu cabeza. No está ahí para decorar y sostener. No me sirve que me sepas argumentar la monarquía de ladrones o la república bananera. O que sepas gritar "queremos una vivienda digna". Ese cuento, nos lo sabemos, todos. Eso no te hace diferente. Lo que emociona, lo que me deja muda de sentimientos, es que te conozcas, que puedas pasar un rato a solas, tú, tu mente, tú, tus miedos, tú, tus retos, tú, tus ideas, tú, tu filosofía, tú. Acojona, eh? Pasar un rato a solas. Admitir, que las neuronas dejan de funcionar, admitir la autotraición. Admitir, que no sabemos que hacemos. Que improvisamos. Que no controlamos. Que el tic tac domina y pasa, y adiós al día. Y solo nos queda la critica fría.

Que a mi no me sirve, que sepas conjugar, que uses de manera decente cínico, crítico, irónico. No me dice nada. Ni mucho más que el par de páginas o libros que han pasado ante tus ojos. No sé si han quedado en tus pensamientos si quiera. Háblame de tí. Háblame de como vives lo que te duele, de como vives lo que te hace más fuerte. Háblame de aspiraciones, de lo que te hace diferente al personaje que se rige por el horario cuadriculado que circula en su día y cierra con una mentalidad estática, que no se sale del plan. Ni para pensar, ni para disfrutar. El modo planta, resérvalo para mirar el mar, porque es un paisaje que habla solo. Que no necesita de tus delirios de grandeza.

Para lo demás, dale caña. Pon a funcionar lo que hace de contrapeso en tu cabeza. Te reto a que pases tiempo contigo mismo. 


https://www.youtube.com/watch?v=bJ1QOsCqMMo

Cosas que disfrutas leyendo.




No me gusta el chocolate negro. En el tren un hombre de cierta edad se ha sentado a mi lado. No llevaba más que una guitarra y una chaqueta deshilada. Sus zapatos han recorrido cientos de caminos, aunque puede que no hayan sido con sus pies, quien sabe. Me ha sonreido y yo a él. La señora que estaba sentada enfrente mio se ha levantado haciendo una exagerada y disimulada mueca por el mal olor. Él me ha vuelto a sonreir. Le he preguntado de donde venía y si componía música. Se ha puesto a tocar y a cantar sin pedir nada a cambio, por puro disfrute. Me ha dado consejos buenos y otros más bien interesantes. Le he ofrecido mi merienda y me la ha intercambiado por un bombón de chocolate negro. Se acaba de bajar en Castelldefels. Es el bombón más rico de chocolate negro que probaré nunca.

Escrito por una jefa, disfrutado por una aprendiz.