lunes, 14 de julio de 2014

Monólogos II

Cuantas veces tenemos que caer para decidir cambiar el rumbo? Quiero decir, somos tan volubles a veces! Quizás sea la influencia del cine. Esa imagen ficticia que muestra realidades poco fieles, que se instalan en la cabeza desvirtuando la realidad real, (por muy vulgar que suene). Hacen que este mundo a veces parezca anodino y poco interesante. ¿Qué es interesante? La vida carece de efectos especiales. La vida es lo que hay después del ¡Corten! y lo que termina en ¡Acción! No es real. La intensidad de la vida no viene con Bandas Sonoras de fondo. Y es una verdadera lástima. Soy un cliché andante. A veces me emborracho de belleza mirando mi cielo urbano. Perdiéndome en las dos lunas de unos ojos que dicen mucho y hablan muy poco. Historias, de aquí y de allá. Es un placer escuchar a veteranos expertos de esta vida nuestra tan impredecible. Hay tantas historias que mueren con su cuentacuentos... Ni soldados ni dragones, héroes verdaderos, padres del ingenio, valientes. Hay tanto loco sabio por ahí suelto. Horas y café acompañarían tardes enteras emborrachándome de nuevo.

Ni Carpe Diem ni idioteces. Hay que saborear el café de la vida, o la limonada, o el ron-cola. Hay que deleitarse. Lo bello es aun más bello cuando hacemos el esfuerzo de observarlo. Los píxeles nos están idiotizando. El mundo ahora es rectángulo y los rayos de sol ya no dan tanto calor como antes. 



Cartas sin destinatario - I -


Me gustaría decirte todo lo pienso.

Estoy cansada de que digas que la entiendes porque creo; querida, que ni la entiendes ni tienes intención de hacerlo. No te culpo, no tienes la culpa de haber crecido y respirado el ambiente y la corriente en el que te encuentras. Sin embargo, si es tu responsabilidad lidiar o no con eso. Todos somos libres de pensar y opinar pero la libertad tal y como yo la entiendo, y aunque pueda parecer irónico, no siempre pasa por el yo; de lo contrario corremos el riesgo de ser esclavos de nosotros mismos. Valoro, y no lo digo por decir, el esfuerzo que has hecho por seguir ahí. No siempre es fácil, y sabes que lo digo con conocimiento de causa. Sin embargo, y no lo digo con rencor, considero que no has sabido superarlo. Y superarlo no significa dejar de sufrir. Superarlo significa avanzar, valorar y hacer balance. De si vale la pena o no, comprendes? Si para ti no la vale, porque consideras que es una pérdida de tiempo, que el tren ha terminado su recorrido, déjala ir. Pero déjala ir por completo. Cierra el capítulo y pasa página pero no dejes la puerta entornada para hacer reproches siempre que te venga en gana. Eso ni es humano ni es amistad.

Si no sabes entender el carácter, la reacción y la vida que ahora la hace feliz si ni si quiera eres capaz de lidiar con eso y dejarlo a un lado solo para compartir unos minutos con ella, si no eres capaz de hacerlo, querida, no lo retrases más y déjala ir. No tiene sentido lo que haces. Si piensas que no me duele, que no la hecho de menos, que no me enfado con ella porque no responde a mis cartas y que ella se molesta conmigo porque nunca me acuerdo de llamarla , es que no has entendido nada. Eso es la AMISTAD, estar en lo bueno y en lo malo, y cuidarse mutuamente aunque la otra esté en Cancún y la única manera de comunicarse sea escribir algo tan anticuado como una carta.

La echo de menos. Muchísimo. Ojalá la pudiese ver cada fin de semana. Tomarme un café en el Viena de la estación y sentarnos a arreglar el mundo. Ojalá pudiese estar cada tarde en el autobús con ella para que me escuchase cuando le hablo de lo que me duele a veces no tenerla cerca y de lo que me duele la despedida de otras que se van a hacer su vida. Pero sabes? Nada de eso importa cuando está a mi lado, porque cuando ocurre, ella se vuelve a reír conmigo, a pesar de que viste raro y distinto, sigue sabiendo cuando estoy bien, sigue sabiendo qué decirme y sigue escuchándome. Sé cuando me agradece que esté con ella y sé que agradece mi apoyo, cuando a pesar de mi, de mi historia y de mi todo, me cuesta entenderla. Y no soy mejor que tú por esto. Sencillamente, cuando se fue supe que no la iba a perder; a pesar de todo, estuvo allí cuando la necesité, y la vi nacer de nuevo un Noviembre agitado entre idas y venidas de avión y esas cosas tan bonitas no se pueden romper cuando las distancias largas se acortan y los transportes facilitan la comunicación. Decidí que seguiría estando. Que ella no estaría sola y que si era lo que la hacía feliz lo único que obtendría de mi sería un apoyo para el camino. Ojalá quisieras hacer eso, la pondrías feliz, lo sé. Eras y eres importante para ella pero no puede ni va a detener su vida o su felicidad por que tú no quieras entenderlo. No lo hará contigo igual que no lo hizo con aquellos que para ella son infinitamente más importantes que tu y yo y que le negaron amor, comprensión y ayuda. Te daría las gracias en su nombre por el esfuerzo, porque no es muy dada a las palabras bonitas y tampoco has sabido verlo. Pero si te parases a escucharla, sabrías que dice mucho sin decir nada a veces. Ojalá te sentaras conmigo en el tren para verla y lo hicieses con una actitud positiva, pero no voy a seguir esperando a que eso pase. Ojalá algún día entiendas que el yo es insatisfactorio y el tú llena el alma.